Sí, han leído
bien, “tontabilidad” aunque no entendida como la contabilidad de tontos de la
organización, sino como el arte de
hacerse el tonto en la organización.
Siempre que
hablamos de Talento y Empresa, de una forma u otra, acaba apareciendo la figura
de quien, lejos de ver como una oportunidad la gestión del talento en la
organización, tiende a percibirlo más bien como una amenaza o, en todo caso,
una molestia.
Quizás, antes de
llegar a ese punto, habría que definir qué entendemos por “talento” en el contexto
de la empresa.
El talento
siempre ha estado considerado como algo inusual, poco frecuente, especial. Sin
embargo, en el contexto de la empresa, el talento es natural, frecuente y, en
definitiva, común a todas sus personas. Pero esta concepción corporativa del
talento sólo puede entenderse desde la óptica del valor y, de forma más
concreta, de las condiciones que debe cumplir la empresa para la generación de
ese valor.
Piensen por un
momento en conocidos deportistas, literatos, pintores o actores. Efectivamente,
cuentan con un inmenso talento, pero ¿sería su talento útil para una empresa de
conservas, logística o de derivados del flúor? Me temo que no, salvo en lo
referido a su imagen.
Cuando hablamos
del talento en la empresa, hablamos de habilidades y competencias notables,
pero siempre enfocadas a satisfacer las necesidades de la misma en términos
productivos y de generación de valor. En caso contrario, siempre hablaremos de
un talento desaprovechado y no porque la empresa es incapaz de gestionarlo
adecuadamente, sino por la inoportunidad del mismo.
Talento en la
empresa es la capacidad de sus personas para enfocar sus habilidades y
competencias de forma notable en la satisfacción de las necesidades de la misma
en términos de generación de valor.
¿Una visión
sesgada exclusivamente a favor de la empresa?
En forma alguna,
¿quiénes constituyen la base de esa empresa? ¿de quiénes depende su éxito?
¿quiénes son capaces de generar valor?
Otra cosa muy
distinta es no olvidar la intima relación que debe existir entre Gestión del
Talento y Compensación. Talento y Compensación optimizados en su gestión dan
como resultado generación de valor sostenido.
Pero volviendo a
la “tontabilidad”…
Todas las
personas de una empresa poseen un potencial de talento. Pero otra cosa muy
distinta es que todas ellas estén dispuestas a desarrollarlo. El desarrollo del
talento pasa por trabajar no sólo tus aptitudes, sino también tus conocimientos
y, sobre todo, actitudes. En definitiva, el talento es potencial, pero su
conversión en realidad exige esfuerzo, disciplina y trabajo constantes y no
todo el mundo está dispuesto a ello nos guste o no admitirlo por lo que la
interacción con factores de compensación se hacen aún más evidentes y, no por
una razón de castigo, sino de equidad y reconocimiento.
La “tontabilidad”
es un arte cuando una organización decide emprender el camino del talento. Por
ello, no sólo debemos preocuparnos de alinear talento y valor cartografiando su
presencia en la organización; no sólo debemos diagnosticar la situación de
partida a través de evaluaciones multicanal y generar acciones en consecuencia.
También es crucial plantearse estrategias que consigan gestionar la
incertidumbre y los niveles emocionales de la organización.
Pese a todo, la
“tontabilidad” siempre será una posibilidad. Pero recuerden, tontos lo que se
dice tontos, no existen en una organización. Otra cosa es tener la desgracia de
encontrarse con algún doctorado en “tontabilidad”. Pero, cuando esto ocurre, mi
consejo es que siga hacia delante con el talento y, sobre todo, reconózcalo.
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